domingo, 7 de febrero de 2010

99 grados centígrados











Como agua a punto de bullir
se encuentran mi cuerpo y mi mente,
una mezcla a merced del fuego
contenida en un recipiente.

Tiene piso mas no techo,
en la superficie, una membrana;
muy pronto será rasgada,
por el alma atravesada.

Asciende la temperatura,
comienza el movimiento.
A fuego lento mis moléculas
se inquietan sin saberlo,
se mueven sin dirección,
se aceleran sin armonía,
parece que la desesperación
las embarga de agonía.

¡Se concentra la energía!,
¡aumenta la tensión!
¡quieren explotar!


Pequeñísimas burbujas
suben hasta la piel del agua tocar.
El calor es demasiado,
no pueden soportarlo,
¡Necesitan respirar!
mas no apagues el fuego
o se derrumbarán
¡No bajes el fuego!
O lo prolongarás…


Tan sólo unos momentos,
unos cuantos segundos más,
que la flama siga ardiendo
hasta el alma liberar...


La presión es desmedida,
la superficie comienza a tiritar.
Parece que un maremoto
toma fuerza desde la profundidad.
Todas las moléculas se mueven
con vibración descomunal,
¡Ha explotado la primera burbuja!
ha roto la tensión superficial,
ha abandonado el recipiente
con la volatilidad del gas.


Una tras otra se aglutinan
las burbujas para escapar,
para vomitar esa energía
que ya no podían almacenar.


Es un panorama turbulento
que encierra tranquilidad.
Es la temperatura perfecta,
para una infusión disfrutar.
Un té aromático,
un delicioso café...
apaga ahora el fuego
o me desbordaré,
apaga ahora el fuego...
ya me evaporé.


 
Bln.P.

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