La mitad de las flores han perdido ya sus pétalos desde que aquella
mañana comencé a esperar. Era una mañana cualquiera, como todas, donde los cálidos
rayos del sol se filtran por la ventana cantando la balada de los buenos días
mientras desayuno. Una a una he visto las hojas correr despavoridas por la
banqueta, he visto crecer la laguna de hojas secas en el parque que ríen
crujientemente mientras Zula corretea encima de ellas. En estos días la luna se
ha llenado por haber bebido tanta leche antes de irse a dormir. Y treinta y cinco
pájaros han venido a posarse en los cables de electricidad para susurrarle a mi
ventana. Son cuatro los vientos distintos que han venido para acariciar mis labios
con frescura y liviandad; aunque quizás siempre ha sido el mismo. He de
admitirlo, no me gusta esperar, pero es bueno saber que mientras espero la vida
pasa con su bello andar.
Belén Plascencia