La gente le da vida, movimiento. Ese cruce en Plaza Universidad siempre concurrido. Distintos personajes se van aglutinando en la espera de la señal para cruzar: el monito verde con sus 50 segundos y su sonido peculiar. El tráfico se detiene y entonces decenas de vidas se cruzan, comparten latitudes por una fracción de segundo, pasos apresurados, pasos despreocupados... es normalmente una carrera de obstáculos, la gente pasa de una banqueta a la otra, siempre unos van y otros vienen, como lapsos de un eterno baile de esos antiguos. Te conviertes en parte de la masa, del conglomerado humano en movimiento que es uno solo y a la vez muchos individuos dispersos. Cada uno con un camino, con una cadencia y un ritmo distinto, sumidos en pensamientos diversos. Quién sabe que se cocina en la mente de cada uno de los transeúntes que me encuentro, quién sabe qué sentimientos conmueven su corazón y su pecho.
No concibo el centro histórico de Guadalajara sin gente a plena luz del día. El día que esté desierto será un indicio de que halgo extraño habrá pasado. Paco, un amigo mío, hubiera querido desaparecer a la gente durante su sesión fotográfica y no lo culpo, la arquitectura es muy bonita, pero el centro sin la gente no sería lo mismo.
Es verdad, amo la arquitectura del centro. Con su Catedral coronada con esos sombreros geométricos, amarillos y puntiagudos como los gorritos de fiesta. Sus amplias plazas, el kiosko en el que a veces se ofrece música gratuita, sus arcos y sus portales, sus calles peatonales y sus transitadas y amplias avenidas...el imponente teatro Degollado vigilado desde la parte superior por sus musas de piedra que observan todo lo que sucede en la Plaza Liberación, a los que entran y salen del teatro o a los que caminan por ahí. El hermoso Hospicio Cabañas, hogar de los murales de mi paisano Orozco y de exhibiciones temporales.
Me encanta recorrer ese pasaje que va del Degollado al Cabañas... la escuela de música, las fuentes en las que juguetean los niños y algunos adultos de repente. El estanque al estilo del "Taj Mahal" (ya sé, qué comparación pero es lo primero que se me vino a la mente cuando lo vi por primera vez) con su brisa que tanto disfrutan los infantes y que hoy me pareció de mal gusto por el olor desagradable pero que también he disfrutado en las tardes calurosas. Las estatuas, como la de los niños haciendo pipí en una fuente, las construcciones... Por esos rumbos acompañé alguna vez a un chavo (o más bien él me acompañaba a pedir informes a la escuela de música), amigo de un amigo, que llevaba colgado un letrero y regalaba abrazos. Fue divertido ver las reacciones de la gente. Algunos sólo lo veían y sonreían. Otros no se la pensaban dos veces y reclamaban su regalo con los brazos extendidos.
El corazón joyero se encuentra en la zona y a un costado, el legendario San Juan de Dios que de bonito no tiene nada pero que almacena historia y tradición popular. Todo puedes encontrar en ese mercado. Para mí, sigue siendo un laberinto en el que varisa veces me he perdido y que no me he dado el tiempo de descifrar.
Otro día me traje el teléfono de una chava que hace pulseras de nudos, como la que mi amiga Mony compró en Chiapas y perdió después con gran pesar. Se llamaba Valentina y tenía acento sudamericano, quizás chileno. Le dije que si le podía mandar a hacer una y entonces me dio su número de celular. Parecía una de esas personas con las que fácilmente se puede entablar una amistad. Me transmitió muy buena vibra.
Por ahí están también los famosos "lonches Amparito". ¡Qué filas se hacen afuera del pequeño local! Aunque en realidad a mí no me parecieron la gran cosa. Lo que sí disfruté mucho fue el agua de horchata con nuez que venden en "La Tarasca" de la esquina. Cada vez que ando por ahí aprovecho para tomarme una. =P
Me encanta caminar sin rumbo. De repente no sé a dónde voy y de repente elijo un punto. Me gusta caminar mirando a la gente a la cara pero me sigo de largo o volteo la mirada cuando alguien se me queda viendo. Me pareció curioso cuando me encontré varios grupitos de mujeres en sesiones de tejido, en la zona de las mercerías, entre Zaragoza e Hidalgo. ¡Qué conveniente! si necesitan material no se tienen que mover mucho. La apropiación de la gente de los espacios públicos. =)
Aún tengo mucho que conocer. Siempre he querido tomar algo en alguno de los establecimientos que hay al aire libre en la zona. Por lo pronto seguiré disfrutando de esos paseos cada vez que me sea posible. Caminar hasta que se oculte el sol para después volver agotada, con los pies un poco adoloridos, a bordo de un tren ligero abarrotado de gente que regresa a sus hogares, que va o que viene, que termina la jornada, que van a ver a sus familias... todo con un sentimiento de satisfacción y de alegría, especialmente si fue uno de esos días de compras en los que regreso a casa con unos zapatos, una blusa o unas películas de esas de 3 x 100.
Bln.P.
No hay comentarios:
Publicar un comentario