No hablan,
gruñen,
gritan,
sueltan feroces alaridos
que el aire
y la carne
atraviesan.
No dialogan,
silencian,
paralizan,
hielan la sangre
y queman.
Ríos de sangre,
manchas espesas,
luego vienen
los llantos de pena,
los cuerpos vacíos
sin nada de esencia
yacen inertes
en las aceras.
Sangre y
agua salada
en el suelo
se mezclan,
el brebaje
mortífero
de las mudas
abyectas.
Luego se marchan,
se alejan,
dando aullidos
a diestra
y siniestra,
esparciendo veneno,
inculcando
terror.
No hablan,
gritan,
y en medio del ruido,
silencian.
Belén Plascencia09 de septiembre de 2010
miércoles, 27 de octubre de 2010
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